El día que mataron a Manolo Tavárez junto a 11 guerrilleros hace 57 años
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Un día como hoy, hace 57 años, fue asesinado el doctor Manolo Tavárez Justo, líder del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, quien se entregó junto a 14 de sus compañeros a las tropas militares que perseguía la guerrilla que encabezaba en Las Manaclas desde el 28 de noviembre de 1963.
Manolo había descollado como un ferviente dirigente popular que fundó junto a su esposa Minerva la primera gran agrupación antitrujillista luego de las expediciones de junio de 1959 que llegaron al país desde Cuba para enfrentarse a la tiranía de Rafael Trujillo, pero que fueron aplastadas y cerca de 200 guerrilleros apresados fueron masacrados en la Base Aérea de San Isidro.
Acogiéndose a las garantías públicas que había dado solemnemente el gobierno del Triunvirato que encabeza Manuel Tavares Espaillat de que respetaría la integridad de los guerrilleros que se acogieran a la rendición, Manolo y sus compañeros bajaron hacia una carretera para entregarse a los soldados, pero en lugar de apresarlos, fueron fusilados.
El único sobreviviente fue el historiador Emilio Cordero Michel, quien mortalmente herido, no fue rematado por los verdugos.
Junto a Manolo murieron los integrantes de la guerrilla de Las Manaclas: Leonte Schott Michel, Rubén Díaz Moreno, Alfredo Peralta Michel, Antonio Barreiro (Tony), Juan Ramón Martínez (Monchi), Manuel Díaz Herrera (Reyito), Federico José Cabrera (médico de la guerrilla), Jaime Ricardo Socías, Arturo Ramírez Torres, Carlos Manuel Fondeur, Rubén Marte Aguayo, Caonabo Abel, Antonio Filón (Manchao) y José Daniel Fernández.
El triunviro Tavares Espaillat que había acudido a la televisora estatal a pedir a los guerrilleros que se entregaran bajo palabra de que serían respetados sus derechos, tras conocer el fusilamiento del grupo, volvió esa jornada a la emisora para “informar al país que la guerrilla había sufrido 16 bajas” de la guerrilla que trataba de establecer en el país “una dictadura comunista, análoga a la que oprime al pueblo fraterno de Cuba”.
Cinco de los guerrilleros de Las Manaclas decidieron que no se iban a acoger a esas garantías y tratarían de bajar de las lomas por sus propios medios: José Daniel Ariza Cabral y Luis Peláez salieron del monte con rumbo este para tratar de llegar a Santiago y Rafael Reyes, Polón Méndez y Joseíto Crespo hacia el oeste.
Tres días antes de la debacle del grupo, Fidelio Despradel, comandante militar del frente guerrillero; Marcelo Bermúdez, Domingo Sánchez Bisonó (El Guajiro) y Germán Arias (Chanchano), habían salido en misión a la ciudad para tratar de salvar del desastre a la guerrilla que se consumía de hambre y frío, sin combatir, en la cordillera Central.
El testimonio de Ariza Cabral
A sus 93 años de edad, José Daniel Ariza Cabral acaba de publicar su cuarto libro: “Hechos relevantes de la historia dominicana”, en el que recrea los acontecimientos de Las Manaclas y expone su tesis de lo sucedido.
Para Ariza Cabral, los norteamericanos estaban decididos a impedir que el “14 de Junio” se convirtiera en un “26 de Julio” y la República Dominicana en una nueva Cuba, si no con Fidel Castro al frente, menos con Manolo Tavárez.
A su juicio, los verdaderos autores de la muerte de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, dirigentes connotadas del “14 de Junio” y esposas de tres de los más importantes dirigentes de esa organización revolucionaria, no fue obra de Trujillo, sino de los servicios de inteligencia de Estados Unidos a través del ministro de las Fuerzas Armadas, José René Román Fernández (Pupo).
Según las conclusiones de Ariza Cabral, Román Fernández estaba comprometido con esos servicios y estaba en la línea sucesora del mando para cuando los efectos de la muerte de las Mirabal, desplomaran la imagen de Trujillo y la CIA y los patriotas dominicanos liquidaran al tirano.
Asesinadas las Mirabal y exacerbado el sentimiento nacional contra el tirano y su viejo régimen, los norteamericanos habrían dado luz verde y armas a subalternos del sátrapa para que lo asesinaran, lo que se materializó seis meses después del crimen de las damas.
Según Ariza Cabral, con esas dos acciones los norteamericanos habían liquidado el liderazgo elocuente de Minerva Mirabal y el pretexto dictatorial del trujillato para que en República Dominicana no se encendiera una guerrilla castrista.
Hubo elecciones en diciembre de 1962, las ganó Juan Bosch como candidato del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), pero fue derrocado siete meses después por un golpe militar dirigido por Estados Unidos.
El país quedó de nuevo bajo el influjo de una combinación perversa: los cívicos que fueron antitrujillistas en el mando político y los militares trujillistas con pleno control de toda la maquinaria de guerra y represión.
Pero aun Manolo estaba vivo y liderando un pujante movimiento revolucionario que había advertido: “Óiganlo señores de la reacción, si imposibilitan la lucha pacífica del pueblo, el “14 de Junio” sabe muy bien dónde están las escarpadas montañas de Quisqueya; y a ellas… a ellas iremos, siguiendo el ejemplo y para realizar la obra de los héroes de junio de 1959. Y en ellas mantendremos encendida la antorcha de la libertad, el espíritu de la Revolución… porque no nos quedará, entonces, otra alternativa, que la de ¡Libertad o muerte!’’.
El siguiente paso de los norteamericanos para liquidar cualquier amenaza seria de que el país cayera en la “órbita comunista”, era seducir al gran líder Manolo de que se fuera a la montaña, y si con armas inservibles mejor, para cazarlo allá.
El 28 de noviembre se alzaron seis frentes guerrilleros en las tres regiones del país y fueron cayendo uno a uno sin representar una sola amenaza seria para el gobierno golpista ni para su estamento militar.
Uno de los líderes más connotados, Hipólito Rodríguez Sánchez (Polo) cayó fusilado en La Horma, Ocoa, precisamente a manos de las tropas de un oficial del Ejército, supuestamente comprometido con el 14 de Junio, el capitán Calderón, mientras que Luis Genao Espaillat, comandante del frente Oriental, era apresado fácilmente.
Los otros tres frentes, integrados por combatientes de mucho valor y escasa experiencia militar, ya habían caído en Barahona, Puerto Plata y San Francisco de Macorís.
La caída de Manolo significó un revés tan grande para el movimiento revolucionario dominicano, que 57 años después, no ha podido ser superado y las fuerzas progresistas andan a la zaga de proyectos políticos conservadores a las que poco importan el sacrificio y la sangre de las hermanas Mirabal y de Manolo y sus compañeros.