Jóvenes atrapados en la depresión por Covid
Opinionsur.net,
Jóvenes atrapados en la depresión por Covid
La mayoría de las veces se piensa que los tentáculos de la depresión llegan mayormente a las personas afectadas por una enfermedad terminal, un quiebre amoroso, precariedades económicas o cualquier otro estresor complicado del diario vivir.
No es así. Este trastorno mental, la principal causa de suicidios en el país, pone de manifiesto a cada momento que puede atacar incluso en las situaciones más simples de la convivencia humana.
El Covid-19 también ha creado nuevos escenarios para que la depresión anide y muestre sus efectos devastadores en personas que han debutado con un trastorno mental que nunca soñaron con padecer, incluidos muchos jóvenes que han mostrado incapacidad para manejar los efectos nocivos de la pandemia.
El psiquiatra José López Pena, quien es el director del Centro de Atención Sicosocial y Desarrollo Humano (RESIDE), considera preocupante que muchos jóvenes estén acudiendo a consultas por ansiedad, trastornos del sueño y depresión, agobiados por la falta de socialización debido al encierro prolongado, el estrés por el teletrabajo y la ansiedad que les genera la docencia virtual.
El especialista indicó que sin dudas habrá un antes y un después en materia de salud mental por el Covid. “Antes no era habitual ver tantos jóvenes con ansiedad y depresión, pero ahora es más común porque la pandemia nos ha bajado un cambio de golpe”, agregó.
LISTÍN DIARIO decidió hurgar en diversas manifestaciones depresivas a causa del Covid-19 y expone esos hallazgos sobre las situaciones que han sacudido el estado de ánimo de algunas personas durante la pandemia.
Teletrabajo lo abatió
Alberto, de 30 años, tenía la costumbre de enfrentar el estrés saliendo a las calles a compartir con amigos y a divertirse. Con el largo período de encierro por el Covid-19 y los horarios de toque de queda le resultaba imposible.
A esto se sumó que el teletrabajo le provocó una alteración del sueño sin una causa aparente y la imposibilidad de adaptarse a ese nuevo estilo de vida lo sumió en un trastorno depresivo mayor. Los efectos han sido dificultad para conciliar el sueño, falta de apetito y un bajo rendimiento laboral.
Cuenta que era una persona funcional, pero ahora se siente “apagado”, ya que la falta de socialización le ha impedido “botar el estrés” con salidas a pasear, divertirse y compartir con los amigos.
Terminó en consulta psiquiátrica y medicado porque “lo que me gustaba hacer antes, ya me pesa”. Ha perdido el interés por las cosas que antes disfrutaba hacer.
También trastorno del sueño
Jenny, de 28 años, se fue al campo por un mes porque su trabajo estaba ligado a la industria turística, una de las áreas que dejó de operar desde marzo del presente año debido al largo confinamiento por el nuevo coronavirus.
Cuando retornó a su rutina, primero mediante el teletrabajo, se iba a la cama y se levantaba más tarde, pero al volver a la modalidad presencial en la empresa donde labora, ahora tiene serias dificultades para conciliar el sueño. La falta de sueño ha afectado su estado de ánimo y su rendimiento en el trabajo ha disminuido, lo que la ha sumido en depresión.
Jenny siente que se ha deteriorado su calidad de vida por la dificultad de apagar su cerebro en las noches, pues se queda prácticamente en vigilia y descansa muy poco.
Sin empleo
Una mujer de 35 años tuvo una recaída en la depresión que prácticamente había superado y que le sobrevino por la infidelidad de su esposo.
Fue suspendida por la empresa donde laboraba por la pandemia y mantenía la esperanza de retornar a su trabajo, pero finalmente la cancelaron.Su esposo también quedó desempleado y, tener más tiempo ambos ahora para compartir en el hogar, ha reabierto en ella las heridas que dejó la infidelidad de su cónyuge.
La falta de recursos llevó a la pareja a buscar ayuda psicológica en el sector público. Aunque las consultas son gratuitas, se les dificulta obtener la totalidad de los medicamentos que ella requiere para su tratamiento.
Ella se siente actualmente una mujer disfuncional y los problemas económicos en el hogar por deudas y otras precariedades, han deteriorado la relación de pareja y familiar.
Estudios y el Covid
Mary, una estudiante de 19 años, cayó en una depresión que casi la lleva a abandonar sus estudios universitarios.
Su madre se contagió de Covid-19 y al ser una paciente con cáncer se vio en estado crítico. Estuvo 15 días hospitalizada con sus pulmones seriamente afectados y algunos de sus familiares perdieron la esperanza de que saliera con vida.
“Yo quedé sin trabajo por la pandemia también, no podía casi atender las clases virtuales porque mi madre estaba mal, y mi internet no daba abasto para yo entrar a las videoconferencias”, cuenta Mary, quien permanecía despierta hasta altas horas de la madrugada para realizar las tareas que asignaban sus profesores.
Explicó que es la única de las hijas de su madre que está con ella porque las demás residen en Estados Unidos y no podían viajar al país por la pandemia.
“Llegué a un estado de depresión y nervios que estaba pensando en retirarme de mis estudios hasta el año que entra por falta de recursos. Tuve que tratarme con un sicólogo para soportar y seguir adelante con la situación”, precisó la joven estudiante.
Intranquila
En la misma medida que comenzaron a incrementarse los casos de Covid-19 en el país, creció la preocupación e intranquilidad de Alexandra.
Su principal temor era salir a las calles, contagiarse y luego infectar a sus padres. “Todo lo que veía en las redes me ponía más nerviosa, porque hacían mucho hincapié en que ese virus afectaba mayormente a las personas mayores y que era muy fácil para ellos morir”, añadió la joven de 20 años, quien refirió que cayó por esa causa en ansiedad y depresión.